7 Cosas a las que te aferras (mucho más de lo necesario)

“Lo que sostienes, te sostiene”. —Tom Robbins

Maria Julia había trasladado sus zapatos de boda de un apartamento a otro, de una casa a otra, durante más de quince mudanzas en treinta y cinco años.

Cuando tenía veintitantos años, había comprado exhaustivamente el par adecuado, probándose docenas de zapatos antes de encontrar las zapatillas de tiras perfectas, el par que mantendría durante las siguientes tres décadas y media.

Siempre había esperado volver a usarlos, tal vez para un aniversario o una fecha especial. Pero habían pasado años desde que esos zapatos le quedaron y, además, ella y su esposo se habían separado hacía mucho tiempo.

El día antes del día de la basura, puso los zapatos en el zafacón, sabiendo en su interior que era hora de separarse de ellos. La agobiaban.

“Miré los zapatos tirados en la basura, burlándose de mí, recordándome el día de mi boda, y los empujé más profundamente. Entré en pánico al instante, pero respiré hondo y me alejé”.

A la mañana siguiente, sin embargo, se encontró frente a frente con ese lote de basura. Hurgó en cáscaras de huevo, posos de café y platos de papel sucios antes de verlos en el fondo.

Las cargas que llevamos

¿Alguna vez ha sentido el peso de tus pertenencias físicas descansando sobre tu pecho? O tal vez para ti, son tus hombros o tu espalda baja. Cuando siento que poseo demasiado, lo siento en mi pecho, justo sobre mi corazón. No puedo respirar tan profundamente ni moverme tan libremente.

Pero si hay algo que sé, es que con cada artículo que me deshago, reduzco ese peso.

Ya sea una pila de papeles que ya no necesito o los nueve utensilios de cocina que nunca he usado, con cada desorden que envío fuera de mi casa, puedo inhalar más profundamente. Muévete más libre. Salta más alto.

Casi se siente como magia.

Nuestras pertenencias físicas tienen peso, indiscutiblemente. Pero no son las únicas cosas a las que nos aferramos mucho tiempo después de su utilidad. ¿Qué otros pesos llevas?

7 cosas a las que nos aferramos…

1. Relaciones

¿Tienes una relación en tu vida en la que cada interacción te hace sentir agotado o disminuido? Puede ser un compañero de trabajo, un jefe, un amigo o un familiar, pero lo que marca esta relación como un peso en tu pecho es cómo te sientes después de cada interacción. Presta atención a esto.

2. Preocupación

¿Cuánta energía mental y emocional habrás desperdiciado preocupándote por algo que está fuera de tu control? Es asombroso cómo nuestras preocupaciones pueden llegar a ser viejas amigas. Dejamos que nuestros cerebros sigan los mismos caminos una y otra vez, hasta el punto en que nos engañamos a nosotros mismos para creer que preocuparse ayuda, que incluso es una forma de mostrar amor.

¿Pero no sería diez veces más poderoso preguntarnos si hay algo que podemos hacer para mejorar la situación? Esto nos da la opción de actuar, no solo de preocuparnos. Y si realmente no hay nada que podamos hacer, si la situación está 100 por ciento fuera de nuestra esfera de influencia, ¿de qué sirve aferrarse a la preocupación?

“La preocupación es como una mecedora: te da algo que hacer, pero nunca te lleva a ninguna parte”. – Erma Bombeck

3. Redes sociales

¿Sigues a personas influyentes en las redes sociales que tienden a hacerte sentir que lo que tienes, o lo que eres, no es suficiente? O podría ser una plataforma completa; tal vez hayas notado que te sientes mal cada vez que abres una determinada aplicación.

4. Hábitos

¿Cuál es un hábito que anhelas dejar pero no estás seguro de poder hacerlo? Tal vez sea la cantidad de azúcar que consumes después de la cena o las noches que nunca duermes lo suficiente. Tal vez sea el tono de voz que usas cuando está cansado o la cantidad de tiempo que pasas mirando una pantalla en tu mano en lugar de las caras a tu alrededor.

5. Pensamientos

¿Tienes algún pensamiento que se te pase por la cabeza con regularidad, pero que sólo te frena? ¿Alguno de los siguientes te resulta familiar?

  • “Nadie me aprecia”.
  • “Hago de todo por aquí”.
  • “No estoy hecho para esto”.

Este es un desorden emocional.

6. El pasado

Nuestros recuerdos pueden traernos tanta alegría… pero también mucho dolor. Especialmente si nos negamos a dejar de lado las heridas del pasado, ya sean infligidas por otros o por nosotros mismos. El perdón es poder.

7. Desorden

Desde papel hasta muebles, desde archivos digitales hasta artículos de despensa caducados… Demasiados de nosotros estamos recopilando, durante demasiado tiempo.

Un ejercicio de visualización para ayudarte a dejar ir

Para ayudarte a soltar, ¿puedes imaginar, con todos los detalles que puedas convocar, que cada elemento que te deshagas reduce el peso en tu pecho? Imagina que cada pieza que donas, cada relación tóxica de la que te alejas, cada pensamiento limitante en el que decides dejar de creer, te acerca a una versión más ligera, más libre y más pura de ti mismo.

Finalmente diciendo adiós

Esa mañana, una hora antes de que el camión de la basura atravesara su vecindario, Julia se detuvo justo antes de sacar sus zapatos del contenedor y entrar rápidamente con ellos en las manos.

Podría quedarme los zapatos, pensó en ese momento. Pero sé que no puedo con su peso.

Separarse de los zapatos fue doloroso, pero en este caso, aguantar se sintió peor.

Unas horas después, vio, de pie junto a las cortinas transparentes de su ventana delantera, mientras el camión de la basura se llevaba esos zapatos.

Y tal como había esperado, se sintió más liviana cuando esos zapatos, y el peso emocional que llevaban, finalmente abandonaron su vista.

Y, por supuesto, la pregunta del día:

¿Qué punto de esta publicación resonó más hoy?

Deja un comentario